domingo, 8 de mayo de 2011

PARA FER y NALIA

Blind Pilot me dio el fondo perfecto para este texto. Un descubrimiento encantador! (escuchad los coros escondidos al final en la voz de una chica) Y la foto es de un escaparate que suelo ver. La protagonista, una mezcla de una niña a la que pillé mirando una vez y una joven con la que me choqué un día.






El vestido lo había visto en el escaparate de una tienda, ahí puesto, sobre un maniquí sin cabeza. Quizá eso quería decir algo, pero no lo pensó.
No era demasiado llamativo, más bien sencillo, como siempre había imaginado; por que eso es algo que todas, desde niñas, imaginan alguna vez.
Con su madre había ido a comprar los zapatos, blancos y con mucho tacón (ella no era muy alta); Y su tía le había regalado un tocado muy elegante.
Quedaba sólo un mes y tenía una enorme hoja pegada en el frigorífico de su casa en la que iba tachando lo que ya había hecho, como encargar las flores, distribuir las mesas, elegir los detalles... Y en la mesa del salón, una caja llena de invitaciones.

Ese mediodía fue a casa de su madre a comer. En la cocina, de la ventana que daba al patio, siempre abierta, podía escuchar los cuchicheos de las vecinas. Siempre conversaban mientras cocinaban, recubriendo las paredes blancas de cotilleos, gritos de sorpresa, indignación... Pero estos últimos meses la frase que más salía de sus bocas y resonaba entre las plantas y el olor a cocido, era "la boda de tu hija", lo que hacía que la cara de su madre mostrara una mezcla de orgullo e incomodidad.
Nada más llegar, se sentó en la mesa y abrió una carta de una antigua compañera de facultad que su madre había dejado en el recibidor. Hablaba de una casa en el campo, de un trabajo agobiante, de un niño pequeño que había nacido con un problema, de una caravana que se acababa de comprar... La leyó y se quedó unos segundos mirando las baldosas pulcramente limpias que tanto le recordaban a su niñez.
Era el primer momento desde que habían anunciado que se casaban que había permitido vagar su mente y dejarla libre.
-Mamá
-¿Si hija? - dijo ésta mientras revolvía algo frente a los fuegos.
-No voy a casarme.
Y las dos callaron.
Su madre ya lo sabía. Pero ella no. Había necesitado seguir con esa parafernalia para darse cuenta de que no quería hacerlo. De que era algo banal y absurdo, de que se podía vivir sin ese título y ser igual de feliz, de que no podía sucumbir ante algo que se había desvirtuado.
-Mamá - volvió a repetir.
-¿Si hija?
-¿Vamos esta tarde a devolver los zapatos?
Y su madre asintió mientras seguía pelando alguna verdura.

8 comentarios:

  1. Pensé que se llamaban así, Fer y Nalia. También puede ser... ¿no? tu les llamas como quieres.
    Original foto para original texto

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  2. Me alegro por ella, yo tampoco he pasado nunca por la vicaría y tengo una hija preciosa y una mujer que no me merezco.

    Si algo está mal, hay que arreglarlo, pero cuando algo está bien, para que estropearlo, nocrees??.

    Besos enormes

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  3. Tengo que leer muchas de tus entradas, me he quedado atrasada... Miraré esas novelas que me dijiste, muchas gracias! Un besazo! ^^

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  4. Si Pau, podía haber usado esos nombres, pega! Fue emocionante ver que con la palabra podía crear un título diferente
    Dani, la verdad es que la sociedad nos hace seguir un camino y esquivarlo es emocionante muchas veces. Esa foto me habla cada vez que paso a su lado.
    Snow, ánimo entonces! Y lee los libros que están muy bien!

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  5. Espero que le devolvieran el dinero de los zapatos, porque estos de las tiendas...
    Muy original la foto. Y ya se sabe... las madres que todo lo saben.
    Saludos

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  6. Preciosa foto. Sencilla y con tanto contenido!!
    Un abrazo grande!!

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  7. Vaya reacción más natural para una decisión tan transcendente... un besico

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  8. un maniquí sin cabeza. Quizá eso quería decir algo, pero no lo pensó. ...
    resumen.Sensible manera de instruir.
    Ese contrato tiene ventajas y desventajas, siempre digo que es para usarlo cuando una sea mayor.
    saludos

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