lunes, 14 de junio de 2010

Liyu



Os voy a ver...

No sois conscientes, no sabéis, no intuís, ni os imagináis todo lo que habéis habitado en mi cabeza, inundado mi pensamiento, paseado junto a mí mientras caminaba por la calle...

Sin embargo estábamos a cinco mil setecientos siete kilómetros de distancia; y no podía saber que os pasaba, que sentíais, cuánto habíais gritado, llorado, reído...

Pero un día os miré a los ojos y os dije sin voz que siempre estarías conmigo. Un día un trozo de mi cuerpo invisible se unió al vuestro y se soldó con fuego.
Y es por eso que a veces me quema la piel y no se porqué,
y es por eso que a veces me duele y no se porqué,
y es por eso que a veces me rio… y ahora, cuando os vuelvo a ver, si se porqué.


Os he visto...

Un rostro.

Te mira, te observa, algo cambia en su mirada, una chispa aparece en sus ojos, te reconoce, sonríe, exclama... y te abraza.

Recordar escenas, revivirlas, saltar a la comba, hablar su idioma, jugar al basket, sonreírles, cogerles de la mano, repetir sus saludos, es el mejor regalo. Ojalá sólo tuviera que recorrer 10 kilómetros para verles todos los días.

Lo que pasa por la mente humana es indescifrable, indescriptible. Lo que sientes cuando llevas a alguien dentro y lo que le das a cada momento no se puede expresar.

¿Has pensado alguna vez en nosotros? – me pegunta uno de ellos
Hasta la saciedad - contesto
¿Cómo puedo explicar eso?


Ethiopia, Junio 2010