miércoles, 3 de noviembre de 2010

Media Sonrisa

Una mezcla de esta foto que me pasaron y un sentimiento que se apodera de las incongruencias, o no, del mundo. Lo demás... espero que imaginación! ;)
Y todo acompañado por la magnífica música de Laura Jansen y su igual de paranoico vídeo clip




¿Y qué si me has engañado y has jugado a seducirme?
Cuando era pequeña solía sentarme con mis tías en la cocina a escuchar las radionovelas, y en vez de llorar como ellas y suspirar tan hondo que parecía que iban a asfixiarse, rellenaba los cuadernos haciendo dibujos que no podía enseñar a nadie, porque siempre se hacían realidad.


Creo que quizá no has existido y puede que opte por cerrar así la historia. Quedaría bien en mi lista de relaciones fallidas un galán embaucador tan atento que estuve a punto de comprarle un sombrero.

Mis tías solían mandarme a dar una vuelta para poder invitar a sus amigas a casa con el pretexto de que me paseaba tan sigilosamente por la casa que siempre les asustaba. Luego me regañaban por llegar tarde, por parecer tan desaliñada, por ser tan callada, por estar siempre en mi mundo y dibujar cosas extrañas. En definitiva, por cualquier cosa.
Nunca entraban en mi habitación, creo que les daba miedo, igual que nunca me tocaban. Sentía que se les erizaba la piel cuando yo estaba un poco más cerca de lo habitual.


Ayer me devolvieron una carta que te envié. Sentí vértigo y desconcierto al principio, pero al volver la vista atrás me di cuenta que había obviado una pequeña premonición de lo que podía pasar. Sería fácil retroceder unos pasos hacia atrás hasta hacer que no hubiera sucedido; si es que es así, porque no estás aqui para que pueda rozarte...
Una vez dibujé un perro que era atropellado por un camión de mudanzas. Fue en preescolar, y mi compañera de pupitre vino llorando al día siguiente diciendo que había matado a su Bobby.
Nunca tuve muchas amigas. Solía dibujarlas, y por las noches me venían a ver.


Sí, creo que no has existido. Tu olor ya no inunda mis sábanas y mi piel se ha vuelto blanca. Y si lo has hecho, entonces ha sido como una balada, que dura lo que tardas en darte la vuelta.

Una vez un chico me sacó a bailar en las festas de San Bartolomé. Mientras me movía iba pensando en los extraños gestos que pone la gente cuando la música está tan alta que no se puede hablar, y me pilló desprevenida la pregunta de mi pareja: -¿Por qué tienes un cocodrilo en el pelo?. Me separé un poco y le miré fijamente. Supe en ese momento que él tampoco iba a entenderme. - Me gustan los reptiles - le dije incapaz de mentir. Y me callé lo siguiente: - Son mis amigos, viven conmigo.


Tú si que me entendías. Un día te enseñé los móviles de papel que cuelgan del cuarto del fondo y no te asustaste. Ni siquiera cuando viste mi escritorio lleno de pinturas y libros en latín.
-¡Qué cocodrilos más reales tienes ahí! - me dijiste al ver los bocetos y las miniaturas.
Recuerdo que esa noche bebimos una copa de brandy y fumamos tabaco de liar.


En la librería donde trabajo el señor es ya muy mayor y además es ciego. Como sólo escucha mi voz, y siempre me han dicho que tengo un tono muy tranquilizador, conservo el puesto sin problemas.
Cuando las clientas le dicen que soy un tanto rara, el me dice muy bajito: - Tonterías, es que esta gente que ve tiene unos prejuicios... Y me frota el brazo de arriba abajo con todas sus fuerzas.

Un día me susurraste al oído y yo te creí, pero sólo un poquito, porque no estoy acostumbrada a confiar en nadie. Luego te miré y supe que me habías descubierto. Vi la cola de Matilde escondiéndose tras la estantería.

No lo recuerdo muy bien porque era muy pequeña cuando mi madre todavía existía, pero solía contarme cuentos de animales antes de dormir y me los imaginaba como algo tan real que no sabía hasta donde llegaba mi imaginación. Eso lo aprendí más tarde, pero fui la única porque todos los demás se perdieron mi enrevesado mundo.

Y bueno, si al final te he soñado o simplemente has querido cortejarme, ya no me preocupa demasiado.
Me he mirado en el espejo y media sonrisa a asomado a mi cara. Me he pintado los labios y he salido a chupar frío dejando en mi mesa un dibujo a medio hacer.
En él hay un cocodrilo acabando de comer, y entre los dientes sostiene un bombin antiguo. Lo malo es que no recuerdo si llegue a comprarle ese sombrero, aunque... que más da. No existes de todos modos, o por lo menos vas a dejar de hacerlo.




6 comentarios:

  1. Y al final era real o no!
    Magnifico acompañamiento y entramado! wuauu

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  2. Me atrapaste!!! Con cocodrilos y todo! Que genial, me pareció tan envolvente, podía imaginarla, imaginarlos, imaginarme, uffff muchas sensaciones al leer. Fueron dos historias muy bien enlazadas cada una que nada se pierde, nada!

    Hay personas así, que tienen un mundo demasiado exquisito para ser comprendido y tan sólo unos pocos podrán ver.

    Me encantóooo!! Besos Anouna

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  3. .... le comerá? ;)
    me gustó la mezcla

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  4. Madre de Dios¡¡ que bonito que bonito¡¡ genial. la música le da un ritmo a la historia tremndo, que, viveza, que simpatía la de nuestra prota.
    Tú me entenderás, seguro que existes porque necesito que me entiendas. ¿Y si no existes? aaaaa tú te me pierdes¡¡¡¡¡ me encantaaaa.
    la siguiente ya¡¡¡¡¡ besazosssssssss me encanta (voy a quitarme la sonrisaaaaaaa

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  5. Gracias chicos, me encanta que este "wicked" relato os haya gustado. Creo que nunca sabremos que comió el cocodrilo, o si... ;)

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