No se realmente cómo me puse a escribir esta novela. Se el principio, se cuando ocurrió la idea, se cómo se fue forjando en mi cabeza... pero no se cómo me entró el arrebato de ponerme delante de las páginas en blanco y empezar a rellenarlas.
Ya hace 3 meses.
Noviembre y el NaNo me animaron.
Diciembre fue un mes de asentamiento, con las Navidades de por medio poco puede avanzar.
Y enero ha sido el impulso para ir avanzando y organizando bien la historia, poco a poco.
Y es que es así, muy poco a poco.
Llevo un tercio de lo que quiero que sea mi primera novela, y voy tan a paso tortuga que no se cuando llegaré siquiera a la mitad. He vuelto al principio para corregir, porque necesitaba echarle un vistazo y ver lo que faltaba, porque era necesario cambiar ciertas cosas y dejarlas más ligadas.
Y aunque yo siempre decía que eso de corregir, leer, volver a leer, y volver a corregir me producía rechazo, pereza, pero sobretodo un poco de rabia porque tengo demasiadas cosas que plasmar y me ralentizaba, me ha pasado justo lo contrario. Lo he disfrutado.

A veces me preguntan sobre que va la novela, y yo me quedo parada, tensa, muda... Mi cabeza intenta buscar una buena descripción y decidir lo que puede decir y lo que no, pero nunca encuentra las palabras exactas que hagan justicia a la historia sin desvelarla. Así que un día de estos lo estuve pensando y concreté esto:
El escenario es Madrid. Ahí surgió la novela, caminando por Madrid, más
concretamente un día de invierno que atravesaba la Latina, pasando por la calle Mayor y llegando a Ópera. Un repartidor paró su
furgoneta justo delante de mí antes de entrar por un arco a la plaza y me hizo detenerme un segundo. Varias imágenes
vinieron a mi cabeza y entonces se me ocurrió una idea. Así empezó. Con una idea inicial, que
ahora no está en la novela, pero que hizo que todo comenzara.
![]() |
Uno de los preciosos sitios que encontré para escribir, con sus posa-vasos típicos y todo. |
Tenía claro que tenía que ocurrir entre esas calles, que tenía que
haber frio, que tenía haber un café, que la calle Toledo iba a ser importante,
que tenia que haber música, letras y algo que resolver, no un misterio, no un
secreto. Simplemente algo necesario. Pero sobretodo tenía que
haber una reivindicación a una vida tranquila, a los pequeños comercios, a los antiguos oficios, a los pequeños placeres.
Y eso puedo decir hasta ahora.
Ya empieza febrero y vuelvo a mi Biblioteca y a mis cafés a seguir dando forma a esta historia.
¡Hasta marzo!